miércoles, 17 de marzo de 2010

De la unión

En cuanto a nuestra representación objetiva, que es el mundo, podemos reflexionar que las percepciones sensitivas que muestran los objetos son una unión constante de partículas.
Las filosofías antiguas la conocen como "sustancia" mientras que la ciencia "átomo" y su composición, partículas subatómicas.
La unión de sustancias es la objetivación material de las cosas percibidas, es decir, el mundo para el sujeto que conoce.
Este mundo cognoscible, por consecuente, representa un sólo concepto; la unión. Esta unión de sustancias (átomos) es lo que se conoce para nuestras percepciones "Lo que es real" o lo que los sentidos llaman "real".De esta forma para la conciencia, no hay ni existe en su percepción sensible un estado ausente de esta unión.
Lo que es irreal es un estado en donde el ser no tenga relación alguna con las diversas manifestaciones de conciencia que le rodean. Es decir, la expresión que se utiliza como "unión" se conoce popularmente como "amor". No hay existencia alguna que carezca de esta consecuencia, pues es en mi opinión la unión, una consecuencia de una causa (desconocida razonablemente por cualquier humano) que Schopenhauer llama a ésta causa, "voluntad y cosa en sí". Más llamésmosla de una forma práctica, "fuerza de vida". Esta fuerza actúa únicamente para sellar su propósito, la unión. En donde la expresión individual de cada conciencia existe en sí misma y para sí misma por esta unión que la ha creado. Pero, tanto como es trascendente para sí misma, también lo es para el mundo.
No hay existencia objetiva alguna que carezca de lo que ella es, una consecuencia que es la unión de sustancias, y su causa, esta fuerza desconocida llamada "vida".
"El mundo es la unión y sólo esto. Tal estado del ser carente de unión, es irreal"
El mundo es la colectividad de conciencias, la unión constante de sustancias.
El mundo es, y representa el amor, y sólo esto. De aquí la afirmación del maestro esenio: "El padre y yo, somos uno."

jueves, 11 de marzo de 2010

Observación 83

Después de afirmar nuestra condición humana, que es entregarte por completo a las leyes universales como la ley de supervivencia, y afrontar tus pensamientos que están completamente ligados con la ley, tales como las necesidades más triviales como el comer, el dormir, desear un poder ilusorio, necesidades de afecto, de pertenencia, de auto realización y satisfacción, etc. Cuando te haz entregado a tu humanismo, la opción más sensata es llevarlo hasta los límites. Es decir, ser completamente humano. Aunque, parece ser, que cualquier ser también ha de entregarse al mundo espiritual, lo busca y lo desea la mayor parte del tiempo de forma inconsciente. Así de esta manera el humano está entregado a la vida de la tierra y sus consecuencias, y por otra parte, su conciencia tiene la idea trascendental. La idea fundamental que es, como ya lo he mencionado, que a pesar de que nos consideremos los unos a los otros ajenos, tenemos como idea matriz o como un presentimiento, que somos naturaleza. Y ésta naturaleza es eterna, nunca se detiene, nunca cesa de funcionar. De esta manera cualquier conciencia percibe al espíritu como inmortal, y de esta manera te reconoces a ti mismo como inmortal. Así que, si somos naturaleza y por lo tanto inmortales, es sensato preguntar ¿podemos no ser naturaleza? ¿Podemos dejar de funcionar por las leyes universales? ¿Podemos suprimir la ley de supervivencia? Y mi respuesta es que: el humano tiene en sí la inquietud de parar todo este sistema sólo que no encuentra la manera de hacerlo. Como un ejemplo muy común sería dejar de pensar por un momento y entregarte al completo silencio, o querer no vivir en momentos desesperados como el tener hambre o alcanzar la locura por una mente atormentada a causa del principio de razón, o perder a alguien por causa de actos inconscientes. Todo esto nos lleva a decir: verdaderamente la paz no es necesaria, sino indispensable. De esta forma el más humano siente la necesidad de entregarse al mundo espiritual y desear un cambio en la conciencia, un cambio del poder ilusorio al vacío. De esta forma también, cualquier filósofo dice siempre lo mismo, la idea matriz que es una explicación por principio de razón de nuestra condición como humanos, nuestros actos, nuestra esencia etc. De esta manera Parménides, Sócrates, platón, Aristóteles, Pitágoras, Descartes, Spinoza, Leibniz, Hobbes, Locke, Hume, Kierkergard, Kant, Schopenhauer, Nietszche, por mencionar sólo algunos, tienen exactamente las mismas intuiciones con pequeñas variaciones. Por consecuente, cualquier ser, hablando propiamente del humano, desea su trascendencia usando sus más comunes herramientas como el intelecto, la sensibilidad, la experiencia etc. A saber: cualquier ser se encamina a la paz, al vacío. La respuesta de cualquier pensador se resume en encontrar el vacío en su experiencia. En ser por completo con toda voluntad y conciencia, la cosa en sí, que es el vacío y el mundo espiritual. Pero a razón de esta experiencia, sólo el individuo conoce sus capacidades y sus límites, sólo la conciencia en su fenómeno (humano), se conoce así misma. Por eso mi experiencia y filosofía son tan diferentes de las otras conciencias a no ser que pretendemos responder las mismas preguntas. Por consecuente, el mundo espiritual es propio de cada conciencia, y cada conciencia tiene la respuesta de poder estar inmerso en él. Cada ser es un mundo espiritual, empezando desde las plantas y animales o cualquier ser vivo; Cada ser es una palpitación del corazón del universo.
De esta forma, cualquier ser con vida es tan importante como todo el cosmos y sus leyes lo son, de esta forma el dios tan distante de las religiones se convierte en una planta, en agua, en galaxias, en cualquier átomo, en amor y en muerte, en valor y aceptación de la vida, en negación de la vida, en uno en todos y todos en uno. De esta forma los contrarios son inseparables; ya hablaremos de esto en el siguiente capítulo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

De la educación

Así como lo pensó Hume: “Un buen lógico sería de alguna forma, un buen filósofo y por lo tanto, un espíritu que busca la verdad por sí mismo. Pero en cuanto a cuestionar la religión o la cultura, no sería en absoluto, un buen ciudadano” Pero ¿No es un buen ciudadano aquel que tiene ideas nuevas?
¿Que es la cultura si no es la adopción por el paso del tiempo ilusorio de las costumbres? que no son más que representación de principio de razón, como si fuesen monotonías mentales.

Mi respuesta es que la cultura es adopción de costumbres establecidas. Un hombre conciente busca su verdad, sabe que le son necesarios sus hermanos, mas no depende de ellos por completo, porque el es su verdad y por lo tanto, el todo, la representación de sí mismo.
Por esto razón el hombre conciente no busca algo más grande que el mayor conocimiento, su poder espiritual, el conocimiento de sí mismo, pues ¿No es el conocimiento de tu poder lo único suficiente para estar en verdadera paz? ¿No es la absoluta paz el don del superhombre?
Tanto la cultura como cualquier manifestación humana no son sino una recolección de datos a través del tiempo, actuando como una monotonía mental.
La educación presente en cualquier país repite lo que ya se ha dicho una y otra vez en generaciones pasadas y tal vez futuras, a saber: la educación en las próximas generaciones deberá tener presente que las costumbres establecidas no son de ninguna manera una forma de encontrar la verdad que es buscada por hombres concientes. Pues esto es de alguna forma, domesticar al humano con conocimientos que el mismo no comprende pero que sin embargo, son aceptados. ¿Por qué es la aceptación? Porque la cultura (Que es monotonía mental) es aceptada por el individuo como una forma de reconocerse a sí mismo, es decir, que el individuo que ha nacido y crecido intelectualmente en un lugar está obligado a aceptar su tierra o por miedo a ser expulsado, o por miedo a perder sus placeres, que por memoria recuerda haberlos vivido en el sitio particular. Así que por necesidad el individuo acepta su cultura y por lo tanto, su educación. De esta manera el humano es domesticado para hacer lo que está establecido y se considera correcto. Pero ¿Qué es lo correcto? ¿No es el conocimiento de ti mismo por intuición lo único suficiente? ¿No deberá de ser en estos días la educación del humano, el aprendizaje de su poder espiritual?
Es difícil para el humano que ha sido domesticado por sus antepasados, deshacerse de esta educación porque la mente acepta siempre lo que le es conveniente para su supervivencia. Como una obediencia de la mente, a la ley de supervivencia, ésta acepta los principios aprendidos de cualquier forma para fomentarse así mismo sus placeres, que son su vida. De esta manera la educación ha sido siempre, enseñar lo que es más humano, nuestra herencia que es humanismo, y el humanismo comprende la recolección de datos para afrontar la vida apagando sus placeres en cualquier momento (desde la infancia hasta su muerte)
De esta manera, la educación deber ser renovada primeramente, en fomentar al nuevo individuo el aprendizaje por sí mismo de sus miedos, fortalezas y virtudes, gustos, pasiones etc. No por medios ajenos aprende, si no por sí mismo. Esto sería ser sólo un guía para el que educa, pero jamás dar la imagen de ser un ejemplo a seguir. Pues ¿cómo puedes tener un ejemplo humano a seguir si no conoce más que su propio humanismo? Más aún, la educación debe promover como si fuese la más grande novedad y el más alto progreso de la humanidad, el reconocimiento bajo cualquier circunstancia del mundo espiritual, que es el vacío y lo que la metafísica concibe como la cosa en sí
Esto es posible si el individuo se le ha educado de forma correcta, que posiblemente sea enseñar al individuo a ser el su propio dueño, su propio dios, y su propio ejemplo a seguir. Sería entonces, la perfecta manifestación del ser, la perfecta expresión de sí mismo. Que es perfecta en el conocimiento del individuo, a saber: que él es ese poder inmanifiesto que percibe, ese poder que lo aterra por su magnificiencia y lo tranquiliza en todas sus meditaciones, esa fuerza tan grande que acelera el corazón y expande los pulmones; Esta fuerza no es pensamiento, si no el observador que se percibe como algo completamente estático y aterrador por su gran poder, el que observa a la voz que continuamente nos distrae, el pensamiento.