sábado, 5 de junio de 2010

Metafísica

Hemos hablado de la identidad como la manera más trivial que el humano comprende acerca de sí mismo, es decir, su “yo”. Y que esta identidad está compuesta del deseo del hombre por su “ llegar a ser ” o por el porvenir de su estado humano. Tal estado ficticio del futuro, o propiamente hablando, la función de la imaginación, es el enlazamiento de ideas que los sentidos han percibido.
Todas las posibilidades presentes de lo que se considera real y por haber, representan una infinidad de ideas que enlazadas conforman un concepto que el individuo percibe como recuerdos, sueños, sensaciones etc. Por lo tanto, la imaginación percibe su porvenir con todas estas ideas que Hume las llama: “impresiones” que es el significado de todo lo percibido y real.
La imaginación y el enlazamiento de dichas ideas o impresiones son todas las posibilidades que están presentes, fueron pasadas y estarán futuras, de acuerdo a nuestro juicio del tiempo.
De esta forma, tu identidad ha sido lo que siempre has querido ser y hasta que límites has deseado llegar. Esta es la identidad de cualquier individuo, y su representación de la misma manera, es decir, lo que las miradas perciben acerca de tu condición.
Con esto se presenta una de las condiciones más humanas y esenciales, a saber: el juicio. Pues, ¿qué sería de un hombre sin imaginación? No tendría noción de su identidad ni de su cuerpo y sus afirmaciones, mucho menos, de sus juicios. Y ¿qué sería de un hombre sin juicios? Sería incapaz de juzgar lo que le es conveniente para sobrevivir, en cosas tan prácticas como reconocer el alimento que se ingiere, diferenciar los colores y olores, hasta los pasos que da para llegar al determinado lugar. El juicio es supervivencia, es humanismo. De la misma forma Kant comentaría que sin juicios a priori sería imposible el funcionamiento mental, y por consiguiente, la identidad que considera el humano.



Vayamos al principio metafísico que cualquier hombre es capaz de intuir. Y esto es: los posibles resultados que un hombre puede esperar, son su capacidad de imaginación. (entiéndase por imaginación también la razón, que une conceptos para el entendimiento) y su imaginación es real a razón de su experiencia, que ésta nos revela las consecuencias de la causa y viceversa. Así un hombre, por ejemplo, puede diferir la capacidad del fuego y lo que este hace con el agua, su caminar, su respiración, sus preguntas y sus posibles resultados a razón de que todas estas cosas son conocidas, y que sólo por esto, hay resultados. Como el proverbio que dice:“ Para todo aquel que ha nacido, abandonad toda esperanza” “No hay nada real, que no haya estado antes en las ideas y viceversa”
Así la física cuántica, química, matemáticas, construcciones de ingeniería, creación literaria y de música, etc. Son posibles debido a la imaginación y el enlazamiento de ideas y conceptos que son expresados de acuerdo a la consideración de tu estado, de tu identidad.
De aquí que las obras de cada uno sean expresadas de acuerdo a su manera, ya sea una pintura, una canción, la resolución de una ecuación, la filosofía y propiamente hablando, las realidades de los metafísicos. Para mi punto de vista, metafísica es la realidad libre, la que no espera un dos ni un tres, tampoco una armonía musical ni un entendimiento de la antimateria y su efecto con el protón. Asimismo, tampoco espera un dios y su relación con el mundo (religiones mal interpretadas). Son los conocimientos que relativamente cambian de acuerdo a la identidad del hombre que es propietario de sus principios, de sus ideas y su capacidad de imaginación. De aquí que la identidad considere el mundo espiritual como la realidad que los sentidos han percibido y lo han convertido en ideas y posibilidades y la capacidad de la mente en buscar lo que al individuo particularmente le interesa.

De la misma forma, estoy conciente que tanto al metafísico, como al que estudia la naturaleza y los animales, el que es caritativo, el criminal, el sabio, el matemático, el músico, el escritor de novelas, el ingeniero, el abogado, el hedonista, y todas las características humanas y ciencias presentes y por haber, hasta las mismas galaxias y nebulosas, representan todas lo mismo.

Aunque he de admitir, que éstos conocimientos parecen tan oscuros para el que no los comprende, que me es fácil estar de acuerdo con la historia de Nietzsche (humano demasiado humano- mundo metafísico) ésta menciona los conocimientos filosóficos, tanto como la presente obra, como una manera tan poco práctica de afrontar las dificultades triviales en la vida de un ser humano. Esta dice así:

La referida posibilidad subsiste siempre; pero de ella no se puede sacar nada, salvo que se quiera hacer depender la felicidad, la salud y la vida de los hilos de araña de semejante posibilidad. Puesto que no se puede explicar nada del mundo metafísico, sino que es diferente de nosotros, diferencia que nos es inaccesible, incomprensible, sería una cosa de atributos negativos. La existencia de semejante mundo, aun cuando fuese lo mejor probado, nos dejaría establecido que su conocimiento es entre todos los conocimientos el menos importante; es más indiferente para nosotros todavía que para el navegante, en medio de una tempestad, el conocimiento del análisis químico del agua.