lunes, 26 de abril de 2010

De la relación, causa-efecto.

Cuando me he referido a las "posibilidades de la conciencia" significa que la vida no conoce otra cosa que lo que ella es, pues lo que la conciencia conoce por sí misma es todo lo que el humano representa.
Ahora,también vimos que la relación que hay entre la vida y la muerte, no es otra cosa que la transformación de las posibilidades del conocimiento del humanismo (sentidos, imaginación y razón) a otra realidad que la vida por sí misma desconoce. Y esto es, el conocimiento del vacío, que es conocido por la muerte del cuerpo, o por meditaciones muy profundas.
He aqui algo que me parece importante, y esto es: las posibilidades de la conciencia, que es todo lo que la vida es, son manifestaciones de una causalidad. Esto significa que forzosamente un acto humano siempre va a llevar consigo una consecuencia igual. Por lo tanto, es imposible que un acto considerado "bueno" genere consecuencias contrarias a esto, A saber: las consecuencias del obrar, estarán impulsadas por su motivo, ya sea algo que el individuo considere como bueno o malo. Y esta relación de causa-consecuencia no tiene límites.
Si el humano comprende que es fenómeno de la naturaleza, o consecuencia de lo que las posibilidades de la conciencia determinan. Entonces éste tendrá el conocimiento de su porvenir de acuerdo al obrar que él por su elección ha decidido.
"La prosperidad y evolución del individuo no son motivadas por fuerzas externas" y esto es que: la comprensión de su obrar, determina las consecuencias.

Esto es lo que se hace llamar "Karma". Las causas- efecto que efectivamente son infinitas, de lo contrario, no habría manifestación alguna ni conocimiento en la conciencia.
Considero que lo importante en este saber es conocer las "causas" que son el buen obrar. Y de esta forma tus vivencias no pueden ser otra cosa que la consecuencia de este buen obrar. Es decir, buenos resultados. El mundo que el "yo" espera y que se conoce popularmente como "prosperidad o gracia". Mas esto no es otra cosa que el conocimiento del espíritu acerca de su causa, para esperar lo que es evidente, su progreso y su bienestar. De esta forma,la gracia en el hombre no se presenta por causas exteriores como divinidades (religiones mal interpretadas), si no que simplemente son decisiones que se llevan a cabo y fomentan la expansión de la mente en relación a la causa conocida y el efecto, que de manera obvia, el individuo es espectador de esto en cualquier momento de su vida. Y estas intuiciones a través del tiempo, lo llevan a reflexionar que este sistema funciona a razón de que la causa en su mejor forma(conocida) o en su peor (desconocida), llevan al efecto, y este efecto a otra causa, y asi en una serie de movimientos y productos infinitos.
De aquí la expresión de Deepak Chopra: "Posibilidades infinitas de la conciencia" que yo en mi mundo espiritual las llamo movimientos de causa-efecto motivados por un obrar o un acto elegido por voluntad.

lunes, 19 de abril de 2010

Observación 67 "Del crimen"

La verdad no se aprende con doctrinas. En el caso de efectuar un acto que se considera inmoral, éste no debe ser reprendido como un medio para el aprendizaje. Si no que el verdadero conocimiento de este tipo de situación sería que el mismo individuo recapacite y recuerde quien es. De esta forma el espíritu reconoce lo que es suyo dejando atrás su inconsciencia.
El individuo que ha afirmado su condición humana, y por lo tanto, la vida y lo que ésta representa, está condicionado por estas mismas leyes naturales que lo obligan a su preservación. En el caso de un individuo que toma lo que no es suyo, y por lo tanto, suprime los derechos del otro, significa que no es él el que comete lo que se hace llamar un acto “inmoral” si no que es únicamente su expresión de su voluntad de vivir.
Cualquier tipo de crimen, es entonces, no una violación al derecho del prójimo, si no una declaración humana que ciertamente es muy evidente, de su condición como un ser ausente de un mundo espiritual. Como un individuo que no está completo en su relación con el vacío, que es la paz. Si no que por el contrario, por un antivirtud que es el miedo. A saber: el criminal no sólo rompe con las leyes establecidas que se consideran importantes para el bienestar comunal del estado, si no que, de una forma meramente inconsciente, afirma su vida con miedo cometiendo actos que carcomen la mente, y que, con el paso del tiempo, se convierten como en quimeras o aguijones que penetran la profundidad de su ser, que es la consideración que el individuo tiene acerca del bien y del mal. Mas esta consideración poco importa en el momento del acto, ya que la ley instintiva de supervivencia del hombre inconsciente lo obliga a actuar de una forma u otra. Por lo tanto, la ley de supervivencia en el humano no considera al bien y el mal como opciones por elegir. Pues el bien y el mal no son leyes que pertenecen al instinto, si no que éstas opciones son ideas enlazadas en la mente que consideran a la causa como un motivo para su consecuencia, que el individuo personalmente lo define como algo bueno o malo, según su capacidad de conciencia. Esto es por ejemplo, en el caso del tráfico de narcóticos (que se tiene como si fuese una profesión en éstos días) una expresión de su afirmación a la voluntad de vivir de una forma inconsciente, pues la persona que se dedica a éste tipo de oficios declara muy humanamente su incapacidad de elección a lo que el considera como algo bueno, dejándose arrastrar por una serie de motivos que están ligados por completo a un instinto de supervivencia. Así de esta forma también, el ofendido reprocha de la misma manera en que la ofensa fue efectuada, o a veces con frecuencia, de una forma más violenta, la expresión de ésta ley sin comprender jamás que su vulnerabilidad no significa nada mas que la preservación de su cuerpo, que en muchas ocasiones tal ley se manifiesta como defensa.
Tales manifestaciones iguales o similares de egoísmo en el individuo por la ley de supervivencia, llevan a cualquier tipo de crimen a considerarse como actos “muy humanos”, y por lo tanto, inocentes, pues tal individuo no se comprende a sí mismo, si no que actúa como un ser que afirma su vida egoístamente sin importar los derechos del prójimo. Y lo único certero en este tipo de situación sería compadecerlo y perdonar su condición “muy humana”.
De esta manera, considero al crimen como expresión de la voluntad de vivir del individuo inconsciente. Y de esta manera también puedo estar de acuerdo con la reflexión de Sócrates en los diálogos de Platón, a saber: “Es peor cometer una injusticia que sufrirla”
De esta manera también es sensato perdonar y compadecer cualquier acto inconsciente sin importar su magnitud, a pesar de que tal ausencia de paz ha sido la causa de la pérdida de un padre, de muchas vidas, y de muchas injusticias, que, reflexionando como humano, no pueden ser perdonadas.
Mas ese humano que pisa la tierra no significa nada, si no que el perdón no es humano, si no, producto espiritual. Por lo tanto, se considera importante la intuición espiritual, que es la paz, y por consecuente, el perdón. Siendo esto lo único, y el ideal más elevado.

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Un espíritu no puede interferir en la evolución ajena a él, es decir, un individuo no puede cambiar la verdad de otro. Lo único que este puede hacer para esto, es demostrar su nirvana. Expresar que él ha decidido idealizar al superhombre. Que se ha encontrado a sí mismo y por consecuente, los espíritus lo reconocen e intentan ser como él. Pues como ya lo he mencionado, “El espíritu reconoce lo que es suyo, el espíritu reconoce a su padre.”

jueves, 8 de abril de 2010

Observación 50 " De la peor virtud "

La verdad no puede ser absoluta. La idea de “verdad absoluta” como lo consideran las religiones, son completamente una ilusión. Y es esta ilusión su prisión. Es decir, cuando dejemos de creer en una verdad que es propia sólo para algunos, para los que tienen fe y se sacrifican por sus pecados en el caso del cristiano, o para el servicio extremo a Dios de musulmanes, todo esto es una ilusión. La verdad es perceptible en cualquier vivencia. La verdad no es conocimiento mundano ni fe. Sino la verdad del ahora, el momento presente.
El hombre sabio sabe que la verdad es liberarte de estas verdades ilusorias. El hombre sabio se libera de lo establecido. El hombre sabio cuestiona y compadece a los débiles de voluntad.
La fe en un valor que carece de sustento nos lleva a la locura. Pero es este ideal elegido por propia voluntad lo que lleva al humano a su propósito existencial. Así de esta forma, aquel que vive con ideales no propios vive de una forma buena y conformista. Pero el filósofo que cuestiona estas cosas y se interioriza en su razón e intuición está destinado a ser sólo un buscador, un ideal propio, un individualista, un pensador, y en algunos casos, un despreciador completo de lo establecido y de la ilusión del ser conformista. El filósofo está destinado a cuestionarse así mismo y a probar sus capacidades frecuentemente como un medio para demostrarse así mismo sus reflexiones. Y es en esta constante búsqueda lo que eleva al hombre por encima de sí mismo. Es este inconformismo lo que lo lleva a su más grande virtud. El deseo de ser libre. El deseo de ser trascendente. El verdadero filósofo moriría por voluntad en una buena causa, y esta buena causa es precisamente el principio de su ideal. El principio que lo hace ser un buscador.
El inconformismo es para mí una virtud que nos empuja a lo grande, a nuestra grandeza. El filósofo comprende esta virtud como su más grande reto y su esencia. Analiza, busca y comprende, investiga, explora, razona, intuye y comprende su verdad del ahora. El filósofo está destinado a vivir en soledad y a caminar en su propio sendero procurando esta soledad como un medio para sus reflexiones. El filósofo está destinado a ser criticado por la sociedad, juzgado, venerado, y en la mayoría de los casos, excluido. Pues el mismo sabe que la sociedad es fría para él, pues él ve las cosas diferente. Las ve por su verdad. La verdad establecida que se considera absoluta, no. Sino su propia verdad que es absoluta en su intuición y reflexión. Su ideal que lo lleva a su propia muerte ilusoria por elección, por su infinita libertad en poner su voluntad en un valor que va mucho más allá del entendimiento inconsciente. Esto es vivir moralmente, no desaprobando ideas en los demás, no. Sino buscando su propio camino y en muchas ocasiones, escuchando opiniones e ideas ajenas, pues estas mismas ideas lo llevan a su identidad. Esta misma inconsciencia ajena a él lo hace conciente de su inconsciencia procurando entonces actuar, como sus principios lo incitan a ser, siendo él, espíritu libre. Pues su mejor y al mismo tiempo, peor virtud, son el buscar, mientras que sus principios los considera morales a razón de que son sus propios ideales; pues he de comentar, que no hay un deber por pensar ni hacer, sólo libertad en su voluntad por manifestarse así mismo.