martes, 26 de julio de 2011

Sujeto del conocimiento

Si existiese algún secreto indispensable que la filosofía pudiera demostrar, estaría escrito en lo que naturalmente ya sabemos.
Por conocimiento abstracto o concreto, intuitivo o sensitivo, emocional, o de generar la intención creativa de la imaginación de asegurar nuestra identidad y del ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué yo, como sujeto, puedo gozar del momento exquisito del presente cuando otros ya lo han perdido? ¿Adonde han ido a parar otras vidas anteriores a mí? y la pregunta más frecuente,¿Qué es este sujeto que todo lo observa y por nadie es conocido?

En efecto, cuando decimos que por nadie es conocido es cuando surge el aparente sofisma ¿Quién tiene pues la existencia, el yo que observa, o el mundo exterior que es el objeto de toda ciencia abstracta? ¿Es mi sujeto lo sustancial, o los objetos que el sujeto percibe?

Cuando nos referimos a un mundo visible, decimos que es producto de la causalidad. Que la sustancia, por medio del movimiento, determina por sí las consecuencias de su propósito natural. La fusión, combustión, impenetrabilidad,consistencia, densidad, carga eléctrica, magnetismo, etc.
Pues bien, en efecto, los objetos están en función a tal causalidad, de manera en que hay cierta duración en el tiempo como sus formas y dimensiones dentro del espacio.
Esto es lo que se define como "causalidad" el objeto en función de espacio-tiempo conocido como fenómeno de esta dualidad. Es decir, la causalidad como prioridad a cualquier presencia material en un mundo objetivo, circunstancial, fenómenos situados dentro del tiempo y el espacio por la "sustancia" o cosa en sí que algunos llamaron voluntad, juicios a priori del entendimiento, agua, fuego, lo que deviene y nunca es.

Que los objetos sean sólo fenómenos, y que cambien sus características de acuerdo al tiempo y al espacio, y que sus tamaños, formas y durabilidad estén sometidos a esta causalidad. Nos deja establecido que no es el objeto o el mundo material lo que contiene la sustancia esencial que nos permite conocer al observador que procura hacer presente la existencia de las cosas.

Aquí surge la pregunta nuevamente ¿Qué existe primero, el sujeto (observador) o el objeto (el mundo)?
Pues bien, en efecto, "No hay un mundo sin ojos que lo vean" no hay objetos sin una conciencia que lo capte o lo perciba. Por lo tanto, El mundo es mi representación.
Y no cabe sentido alguno si no el significado que el sujeto comprende o conoce. El mundo significa lo que mi conciencia comprende.
De esta forma, el sujeto es la condición indispensable y el único motivo necesario de todo cuanto existe. Es el sujeto y la representación de su mundo lo que es sustancial. Pues, si en un momento específico esta conciencia o sujeto desaparece, el mundo y el universo entero desaparecen con él. En un sentido vulgar, si yo ahora muero,el mundo también lo hace conmigo.

Si hay algún secreto o santo grial de la filosofía, o de manera más concreta, de nuestro entendimiento como conciencia. Sería éste, a saber, No hay un mundo sin ojos que lo vean, y es mi conciencia que tiene como noción algo muy seguro, el valor que propiamente tiene de todas las cosas. El mundo como representación está en su mente y sólo ahí debe estar. El sujeto deja de ser una incógnita y se convierte en el portador de la verdad. En el mundo que es el reflejo y espejo de su capacidad, toda su existencia y su relación al exterior aparecen ante él como su propia creación. Es decir, el mundo como su representación.
Y si me es permitido afirmar a pesar de los devotos, este sujeto, conocedor del mundo,y por ende, conocedor de sí mismo, se convierte ahora también en la incógnita de toda conciencia humana, a saber, el dios tan lejano lo comprende como él mismo.

Se reconoce él mismo como Dios y creador de todo un mundo. De una percepción tanto de fenómenos sometidos a una causalidad, que es un mundo exterior, como de percepciones más complejas como sentimientos y la funcionalidad legítima de su comprensión.

Todas estas grandes cosas que son efectivamente un arte, como un sol, paisajes naturales, edificios y personas, ríos y montañas, y todo lo presente y por haber, significan para este sabio, su propio mundo. La creación que su capacidad ha optado por elegir. Se confiere y está en completa subordinación al sujeto que conoce y es portador de su verdad.

Como fue ya escrito,la verdad es sólo una. Más nunca es reconocida.Tiene por camino muchos obstáculos por superar. Aunque, una vez que ésta supera todas las adversidades y pasa como si se elevara a densidades y atmósferas más puras, allí permanece. Como bandera en país conquistado. Sin que nadie jamás por iniciativa, pueda hacerla descender.