lunes, 12 de diciembre de 2011

Del vacío y el destino colectivo

¿Cómo asimilamos que existe un gran espacio entre el núcleo de un átomo en relación a sus electrones? ¿Qué hay en ese espacio? ¿Podemos admitir un mundo sin espacio ni tiempo? ¿Habríamos de llamarlo éter como en las antiguas culturas?
Pues bien, si yo considero que los designios de un dios están reservados para los más aptos, no tendría ninguna dificultad en confirmar que no hay mentes tan esclarecidas o perfectas que lleguen a aceptar el hecho tan concreto y evidente que el espíritu no pertenece a la mente. Que el mundo espiritual es en efecto, el vacío del conocimiento intelectual. Aquí preguntamos, ¿Cómo permanecemos en un estado en donde todo el conocimiento sea puramente intuitivo? A dejar vacío el vaso y llenarlo con otras sustancias más exquisitas, con más colores, sabores y significados. A este vacío nos referimos, la idea matriz de mi pensamiento. Que es nirvana para el buda, el cristo con uno.
Y todo lo que se ha aprendido a través de ciclos y tempestades no significa otra cosa que segundos términos, que al terminar los ciclos comienzas algo nuevo, la muerte es por seguro, el mayor despertar.

¡Y que deplorable condición si todo permanece igual! Al eterno retorno de lo idéntico para Nietzsche. Pues, ¿Qué pasaría si una situación nos sucediera una y otra vez para siempre? ¿Que nos sucedieran miles de vidas encarnadas pensando siempre lo mismo, y conociendo como mente humana lo mismo? No sería esto un insulto de los dioses?
Se tiene que aclarar, que no tenemos el control. Que nuestra esencia como espíritu no tiene el control por sí misma, ¿a qué sitio puede escapar? En efecto, a ninguno. La extensión es toda su esencia, el tiempo también, y todas las cosas reunidas, de manera en que absolutamente todo lo que cabe en nuestra imaginación le es posible para este incomprendido espíritu.
El vacío mental es la llave al cielo. ¿Qué podemos hacer mientras esto no sea? En efecto, lo que se hace día con día, soñar y aferrar ese sueño, cumplir tus expectativas, convivir, aprender de todas las cosas y lo que es más práctico, procurar un temperamento accesible que permita sobrellevar las dificultades. Que el amor propio no falte, ni la música, ni la alegría, ni los placeres, ni el orgullo. Del vacío sólo se puede comentar, que es inevitable, que Dios es inevitable. Que la paz no está muy lejos, que en efecto, el resultado del problema está en cada número del cuerpo de la ecuación. Y como todo termina cuando tu vida termina no me es difícil afirmar que el destino colectivo pertenece intrínsecamente a tu espíritu.
El destino de la humanidad es nuestra propia muerte, sólo de esta manera puede todo concluir. ¿Habremos de estar en paz por saber que la absoluta paz es inevitable? Sí, esto es para todos el primer comienzo al despertar, a saber, La aceptación del vacío como todo. Aunque más que un miedo, una esperanza. Y no por esto no habremos de vivir con gusto.