lunes, 6 de septiembre de 2010

Voluntad libre y sujeta (referencia: Nietzsche, Schopenhauer)

Podemos pensar que invariablemente, el humano necesita siempre un motivo para seguir en pie, pues bien, este motivo, en efecto, no es intencional.
Cada instinto parece ser que se activa como de manera autómata, de voluntad dependiente de una “ley”. Esta ley por experiencia, nos mantiene despiertos y con vida, aunque en muchos casos no sea deseada, se aferra por sí misma a lo que más conoce, su expresión de ser.

Sin hablar en detalles a lo que significa este ser, pues es inútil, toda la filosofía desde sus principios lo ha puesto en evidencia; bien, pues sin esta voluntad libre sujeta a la ley, este querer y no querer vivir al mismo tiempo, una es por la ley el querer vivir, la otra, por el razonar y evadir la ley, significa en todos los aspectos que sin su funcionalidad no habría por consiguiente ninguna manifestación ni existencia. Ninguna metafísica ni razón, ni un querer, y ninguna voluntad libre o sujeta. Por esto, no hay una voluntad libre, si no condicionada. Por esto los planetas se mantienen en órbita, como los componentes atómicos de la misma forma, por esto el hombre es conciente de sí mismo y se inventa infinidad de historias para alimentar sus dudas, que duda significa, razón sujeta a la ley, y por esto, toda respuesta y filosofía no está más que en segundos términos, una decoración de las percepciones, un velo de maya.

Los filósofos deberían de preguntarse, ¿por qué habríamos de preocuparnos por algo que esta predeterminado? ¿No son las manifestaciones de la ley algo obvio y predecible? Y si es predecible y ya significa una respuesta, ¿por qué seguimos buscando?

Todas estas cuestiones metafísicas no debieron de comenzar nunca, pero es como si dijese que existe la posibilidad de subsistir sin cabeza. Y por consiguiente, de ser nada de lo que el humano conoce y ha estado haciendo por siempre, ser un fenómeno en función de leyes que lo limitan, lo hacen pensar en una voluntad libre que lo hace dueño de sí mismo, de un individuo completamente responsable.
Pues bien, ninguna de estas opciones parece confiable, tan sujetos y dependientes estamos de las leyes que gobiernan nuestros instintos, como tan libres de escoger opciones e ideales. ¿Qué habremos de escoger? La plebe que culpa a un dios, o el responsable que se exige demasiado así mismo.



El destino de todos, es por ende, algo que ya está determinado. Sea por el individuo responsable de sus actos y su creencia en su voluntad libre, o por el que es débil y es victima de muchas circunstancias. Pues, algo que es realmente valioso en esta reflexión en particular, es que, como lo ha pensado Schopenhauer, el destino de la humanidad no es otra cosa que el tuyo y viceversa, el sufrimiento que se considera “ajeno” es de uno y de todos, y que por consiguiente, nuestros esfuerzos por superarnos no son en vano. Tampoco este deseo sujeto a la ley, de considerar al otro como todos y viceversa, es inútil, si no mejor, necesario, algo precisamente, más elevado. Que quede claro a los mexicanos.