jueves, 8 de abril de 2010

Observación 50 " De la peor virtud "

La verdad no puede ser absoluta. La idea de “verdad absoluta” como lo consideran las religiones, son completamente una ilusión. Y es esta ilusión su prisión. Es decir, cuando dejemos de creer en una verdad que es propia sólo para algunos, para los que tienen fe y se sacrifican por sus pecados en el caso del cristiano, o para el servicio extremo a Dios de musulmanes, todo esto es una ilusión. La verdad es perceptible en cualquier vivencia. La verdad no es conocimiento mundano ni fe. Sino la verdad del ahora, el momento presente.
El hombre sabio sabe que la verdad es liberarte de estas verdades ilusorias. El hombre sabio se libera de lo establecido. El hombre sabio cuestiona y compadece a los débiles de voluntad.
La fe en un valor que carece de sustento nos lleva a la locura. Pero es este ideal elegido por propia voluntad lo que lleva al humano a su propósito existencial. Así de esta forma, aquel que vive con ideales no propios vive de una forma buena y conformista. Pero el filósofo que cuestiona estas cosas y se interioriza en su razón e intuición está destinado a ser sólo un buscador, un ideal propio, un individualista, un pensador, y en algunos casos, un despreciador completo de lo establecido y de la ilusión del ser conformista. El filósofo está destinado a cuestionarse así mismo y a probar sus capacidades frecuentemente como un medio para demostrarse así mismo sus reflexiones. Y es en esta constante búsqueda lo que eleva al hombre por encima de sí mismo. Es este inconformismo lo que lo lleva a su más grande virtud. El deseo de ser libre. El deseo de ser trascendente. El verdadero filósofo moriría por voluntad en una buena causa, y esta buena causa es precisamente el principio de su ideal. El principio que lo hace ser un buscador.
El inconformismo es para mí una virtud que nos empuja a lo grande, a nuestra grandeza. El filósofo comprende esta virtud como su más grande reto y su esencia. Analiza, busca y comprende, investiga, explora, razona, intuye y comprende su verdad del ahora. El filósofo está destinado a vivir en soledad y a caminar en su propio sendero procurando esta soledad como un medio para sus reflexiones. El filósofo está destinado a ser criticado por la sociedad, juzgado, venerado, y en la mayoría de los casos, excluido. Pues el mismo sabe que la sociedad es fría para él, pues él ve las cosas diferente. Las ve por su verdad. La verdad establecida que se considera absoluta, no. Sino su propia verdad que es absoluta en su intuición y reflexión. Su ideal que lo lleva a su propia muerte ilusoria por elección, por su infinita libertad en poner su voluntad en un valor que va mucho más allá del entendimiento inconsciente. Esto es vivir moralmente, no desaprobando ideas en los demás, no. Sino buscando su propio camino y en muchas ocasiones, escuchando opiniones e ideas ajenas, pues estas mismas ideas lo llevan a su identidad. Esta misma inconsciencia ajena a él lo hace conciente de su inconsciencia procurando entonces actuar, como sus principios lo incitan a ser, siendo él, espíritu libre. Pues su mejor y al mismo tiempo, peor virtud, son el buscar, mientras que sus principios los considera morales a razón de que son sus propios ideales; pues he de comentar, que no hay un deber por pensar ni hacer, sólo libertad en su voluntad por manifestarse así mismo.

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