viernes, 15 de enero de 2010

Observación 72

Desde el momento en que nacemos estamos destinados a ser humanos. Pero, ¿qué es ser humano? Lo primero que yo intuyo es no poder conocer las cosas del todo, es decir, no conocer las cosas verdaderamente en si mismas.
Lo que puedo conocer del mundo material o lo que el humano conoce inmediatamente, es precisamente, una breve intuición sensible de las cosas. Y esto significa que las cosas representan sólo una breve imagen de la forma del objeto, pero la intuición sensible percibida de los cuerpos no representa del todo al objeto. Esto sería como conocer la superficie del mar desde afuera, mientras que en el fondo está la verdadera esencia.
Mi percepción sensible de las cosas o lo existente materialmente no significa más que una representación falsa, y conocer a otras personas quedará por siempre en tal afirmación.
Cuando yo intuyo espiritualmente que yo soy el todo. Verdaderamente así es. Sin embargo, tal afirmación es incorrecta si yo percibo el mundo de una forma sensible y no espiritual. Así como alguna vez Platón pensó en sus ideas, de esta misma forma yo pienso en mi realidad sensible que no es más que una representación incompleta mientras que mi intuición espiritual que es precisamente mi interior, es forzosamente lo más certero que conozco.
Mi única realidad es espiritual, es decir, lo que es verdaderamente mío.
Así de esta forma, la razón y mi intuición sensible jamás me permitirán conocer las cosas en sí mismas, sólo mi reconocimiento que es la aceptación de tu percepción sensible como solo una herramienta. La razón y la intuición sensible, propias del humano la primera como la segunda, y la segunda, del animal, son formas de conocer únicamente los cuerpos en sus formas. Como si conocieras la máscara de un individuo y no su rostro. Tal falsedad de conocimiento no espiritual es propia de un humano. O como lo pensó Nietzsche, humano demasiado humano.

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