viernes, 15 de enero de 2010

Observación 73

El primer principio que se reconoce de forma inmediata en un humano es su gran capacidad para mentir en cualquier aspecto por la ley de supervivencia. Y es que es tal el poder de la naturaleza que nos obliga aunque no estemos de acuerdo, en hacer y expresar las cosas por el principio de razón. La razón como lo diría un hombre conciente, clasifica las cosas de tal manera en que es imposible poder discernir lo que realmente es. De aquí nacen las palabras que no son más que designaciones de un algo sin sentido.
Actuar por el principio de razón es una ilusión. Así que el que es adicto a su conformidad por las palabras, que no tienen ninguna especialidad, esta tomando el camino de una ilusión. Es lamentable poder decir con honestidad que actuar de esta forma, por el principio de razón, es lo único que podemos conocer. Pero como ya lo había comentado: ¿no es insensato buscar lo que ya tienes en tus manos? Nacemos, vivimos en la monotonía de nuestra razón, y por esto sufrimos, y finalmente como un triunfo a la naturaleza, que es vida, morimos.
Pero la naturaleza no puede ser evadida con facilidad, ni por un magnifico pensamiento de voluntad por hacerlo a la fuerza. Precisamente porque somos naturaleza es difícil hacerlo a un lado, porque suprimirlo o deshacerte de la ley de supervivencia, es difícil casi imposible. Como si el agua quisiera ser sólo hidrógeno porque no le gusta su condición, sin embargo, aunque lo logre y sea tan sólo por un momento de éxito, volverá a ser como era antes en su fluidez, pura y cristalina.
Así la condición del humano es vivir en la ilusión de la razón y sus inventos tan sobreestimados por el hombre común. Así como el egoísmo, vanidad, miedo, el deseo de existir. Todas estas cosas son sus inventos o lo que comúnmente llamamos, humanos. Así la afirmación a la vida es también afirmación al sufrimiento y sus consecuencias, pues como es pensado ya por hombres concientes que nuestra mente se alimenta de deseos y una vez que estos son satisfechos vuelven a nacer nuevos y así infinitamente no somos saciados en nuestra sed por cumplir el ciclo que es repetido una y otra vez, generación tras generación, especie tras especie. Y esto es la mayor angustia que un humano puede experimentar, el no saber el valor de su existencia ni sus causas, no por el principio de razón. Pues por esto nada puede ser intuido de una forma verdadera. Solo puede ser intuido por percepciones que te dan un poco de información en tus alrededores, incluso también una percepción sensible te da un conocimiento interior. Pero es sólo una percepción. Ahora, si el conocimiento de la razón no nos lleva a ninguna intuición primitiva y esencial del ser, así como sensibilidad de nuestros órganos, el fluir de la sangre, el palpitar del corazón, la fluidez de nuestra respiración, la intuición de la música. Todo esto nos da detalles de nuestra existencia, pero no un valor completo. Así como el meditar durante horas en silencio con nosotros mismos y estar concientes de todas estas maravillas nos hace saber o experimentar la condición de la valiosa fuerza de vida, de esta misma forma también sería no experimentarlo, es decir, no estar vivo.
Así sería el despojo de una parte de ley de supervivencia o sufrimiento. Sin embargo, el humano esta destinado a estar en este estado, uno antes de nacer y otra terminando el proceso, podemos concluir que este vacío es obligatorio. Pero aun así, la conciencia sigue inconforme por el principio de razón o nuestra realidad ilusoria que tanto tiempo se ha tomado como una verdad, y por otra parte, la indiferencia a la vida misma provoca también una inconformidad porque negando la vida por muerte, no se llega a ninguna realidad de forma satisfactoria. Entonces, si el conocimiento por razón no es suficiente, ni las percepciones de los sentidos, ni la negación de la vida por abstenerte de vivir por instintos o algún intento por abolir los deseos. Si todo esto no es suficiente, ¿que otra verdad nos queda? ¿Qué otra verdad nos queda si no es aceptar que haz nacido humano y no puedes volver atrás mas que aceptándolo?
Es por esto que la evolución de la conciencia avanza de una forma relativamente lenta y seguimos siendo humanos sin decidir ser superhombres. Ya es un paso adelante, creo yo, estar inconforme con una realidad incompleta. Pues ahora mismo es certero que mi deseo por descubrir más es la función por la ley de supervivencia, y por lo tanto, deseos que llevan a más sufrimiento. Y así de forma constante hasta que tu esencia, que es naturaleza, cumpla con su ansiada excreción. La muerte.
Deshacerte de la ley de supervivencia es ir en contra del principio de razón, pues el último esta en función de este. Cuando no funcionas por razón aunque sea por sólo un momento, experimentas lo que la meditación es. Y es la pura existencia y percepción sensible. Es una templanza a la mente o una tranquilidad al espíritu. Una desconección al sufrimiento causado por el principio de razón que es conocer el exterior en la causalidad del tiempo y el espacio. Esto nos da un mayor conocimiento de nosotros mismos desatando el poder del ser sin el pensar. Es decir, si pensaras, sería pensarte sólo a ti mismo. Y es este estado del ser, no viviendo en razón y evitando la ley de supervivencia lo que nos hace conocer una parte de nuestro ser, pues si fuera de una forma completa destruirías el sufrimiento, es decir, el deseo de vivir. Pero las prácticas comunes ya conocidas de la meditación son vanas, sólo verdaderos conocimientos ocultos pueden ser el único remedio contra la ignorancia y el conocimiento de la cosa en sí. El descubrimiento del espíritu puro.
Así la conciencia del humano por su inconformidad ,presente en algunos casos mas que en otros, “pues ninguna conciencia es igual que otra” está obligada como el cuerpo lo es a su muerte, a su destino que es su completa experimentación de sí mismo. Como se hace llamar comúnmente: la experiencia de ser Dios. O como lo llamo yo (afirmación de mi individualidad y presencia del “Yo soy”), el mundo del espíritu.
Así de esta forma, el deseo es puro humanismo como la individualidad también lo es. El egoísmo y la vanidad por la opinión de otras conciencias, una de las muchas consecuencias del principio de razón, son humanismo. La presencia del “Yo soy” es humanismo. Y la experiencia del mundo del espíritu, será del humano que ha decidido ser el mismo. El que se ha elevado sin límites en su propio universo y es superhombre independientemente del tiempo ilusorio (pues también el tiempo es producto de la razón). Es decir, es infinitamente el mismo. Sólo por estos medios es posible no sólo aspirar la verdad que no se ha alcanzado por razón, si no ser esta verdad. El anhelo queda en el pasado tomando lo que es tuyo, recordando tus orígenes, pues aprender no es más que recordar. En esto consiste el humanismo, en desear y satisfacer, en actuar por el principio de razón y vivir sus consecuencias. En el nacimiento del deseo (primeramente por razón) y su satisfacción o insatisfacción. En la ausencia de voluntad para el mundo del espíritu.

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